Laboratorio 24h: Aprendiendo a observarnos
Imagina que llevas un rato trabajando a pleno rendimiento y empiezas a sentirte algo cansado, concluyes que necesitas un poco de aire fresco; un descanso para desconectar de lo que estás haciendo. Pero quieres terminar ese proyecto en el que llevas tantas horas concentrado y no puedes separarte demasiado tiempo de él, así que optas por hacer un mini-break y vas en busca de un café.
—Total, solo es ir a la máquina —piensas—. Estiro las piernas y sigo trabajando.
Sacas el café calentito, vuelves de camino a la mesa con tu recompensa de la mano y una sonrisa de oreja a oreja hasta que, de repente, alguien pasa, más pendiente de su móvil que de otra cosa, te empuja y… el café se te cae por todas partes.
Seguro que en ese momento te pones a repartir palabras de paz y amor a diestro y siniestro, ¿verdad?
PREGUNTA: ¿Por qué se te cayó el café?
Seguramente respondiste alguna de estas opciones: “¡Porque alguien me empujó!”, “porque no me di cuenta de que esa persona venía hacia mi”, “porque no llevaba la taza bien agarrada” o incluso “porque la gente está muy enganchada a los móviles”.
La respuesta correcta es: ¡Se te cayó el café porque sostenías café! Si hubieras llevado un vaso de agua, la mancha en tu ropa tendría fácil solución y, por supuesto, no tendrías la pierna ardiendo. ¡¡¡Tacháaaaan!!! Parece una broma, pero no lo es, ¿cuántas veces estamos tan metidos en el problema que no vemos la respuesta por más evidente que sea?
Adiós a la búsqueda de culpables
Es asombrosa la claridad meridiana que nos ilumina sobre quién es el culpable de que nuestros pantalones hayan cambiado de color. Sin darnos cuenta, por supuesto, de que la persona con la que chocamos está iluminada por la misma claridad, solo que apuntado en dirección contraria, asegurando que no llevábamos la taza bien agarrada.
Es en este ejercicio de perspectiva donde podemos darnos cuenta de que quizás la vida no va de tener razón. ¿Qué pasaría si aprovecháramos todas esas situaciones que nos sacan de nuestras casillas para ver en ellas algo útil y valioso? ¿algo que nos permita aprender algo nuevo en lugar de verificar los grandes jueces que somos?
Si observamos el mecanismo mental que se activa en una situación cualquiera como esta podemos darnos cuenta de que una de las primeras cosas que hacemos de forma autómata es buscar culpables. Y no porque seamos malas personas sino porque en algún momento de nuestra vida hemos comprado la idea de que este mecanismo mental es la mejor manera de solucionar o evitar que una situación que hemos considerado desagradable vuelva a repetirse. En otras palabras, ignoramos la existencia de una alternativa más efectiva para responder a esta situación.
Los mecanismos mentales cuando son automáticos nos permiten reaccionar en lugar de responder
Aprender a mirar
Por mucho que maldigas a la persona que chocó contigo, es probable que siga caminando con su mirada en el móvil. Sin embargo, echar rayos por la boca no va a ponerte en el estado óptimo para terminar ese proyecto tan importante.
Si algo es indudable sobre la vida es que es impredecible y cambiante. Si algo es indudable sobre el ser humano es su persistencia para controlar lo incontrolable. ¿Y si en vez de dar vueltas y vueltas sobre lo que está fuera de nuestro alcance nos responsabilizamos del único poder real que tenemos? No estamos acostumbrados a utilizar las situaciones cotidianas para mirarnos a nosotros mismos y desaprovechamos la oportunidad de máxima libertad que tenemos: pasar de querer cambiar lo que pasa a elegir cómo responder a lo que pasa.
Aquí es cuando entra en juego uno de los pilares esenciales del autoconocimiento: nuestra capacidad de autobservación. Al igual que ante un imprevisto cae el café porque hay café, la vida tarde o temprano te golpeará y lo que llevas dentro se derramará. ¿Qué llevas en tu taza cuando la vida se tuerce?, ¿qué es lo que sale de tu interior?, ¿derramas paz, agradecimiento, humildad, coraje o sabiduría?, ¿o más bien resentimiento, amargura, críticas y culpas?
No evaluamos la vida por lo que sucede fuera sino por lo que sucede dentro, en nuestro interior
¿De qué nos sirve conocer a fondo claves para una buena gestión de equipos, por ejemplo, si al primer conflicto sacamos nuestra rabia a pasear? Observarnos nos permite ver qué llevamos dentro y nos brinda la posibilidad de dejar atrás lo que no necesitamos para llenar nuestra taza con lo que realmente nos potencia. Porque puede que no podamos evitar que nuestra taza se derrame, pero de su contenido solo nosotros somos responsables.
En el próximo artículo…
Estamos empezando comprender la importancia de “vivir despiertos”. Somos un laboratorio vivo en el que experimentar y, para llevar a cabo esa experimentación, veremos las herramientas clave para cualquier proceso de autoconocimiento y un ejercicio práctico con el que comenzar a entrenar nuestra observación.
Fran V. Hdez.
@franvhdez