Siete señales de que tienes que despedir a tu jefe
Suele pasar que, cuando iniciamos un trabajo o nos incorporamos a una nueva empresa, gozamos de la virtud del novato y somos capaces de percibir con facilidad aspectos mejorables que el resto de personas han normalizado con el tiempo. Por contra, cuidamos de hacer hincapié en todo aquello que se podría cambiar, tratamos de no llamar demasiado la atención e incluso toleramos ciertas actitudes y conductas a pesar de tener un impacto negativo en nuestra vida laboral y personal.
Una de las consecuencias de que el tiempo pase es acostumbrarnos a ciertas situaciones como perpetuar una relación dañina con nuestro jefe, un hábito muy común aunque altamente perjudicial. Para que analices si tú también has caído en este error, aquí tienes siete pistas que indican que es hora de tomar cartas en el asunto:
1. Los problemas de casa se dejan en casa
¿Quién no querría ese superpoder cuando la preocupación por el catarro de su hijo pequeño te impide dedicar toda tu energía a trabajar? ¿y viceversa? ¿quién no querría sacarse de la cabeza ese email que olvidó mandar y poder dormir del tirón durante unas cuantas horas? Creo que no hago ningún spoiler si te digo que no, no tenemos un botón de ON y OFF. Puede que, además de tu jefe, incluso tu mismo pienses que hay que separar tus problemas. Nos resistimos a aceptar que trazar una línea divisoria entre nuestra vida laboral y nuestra vida personal es artificial y emocionalmente dañino. Si no se te ocurriría conducir un coche obviando que una de las ruedas está pinchada… ¿por qué tratar de hacerlo con tu vida?
2. Disponible 24/7
Da igual que sea para trabajar en tu jornada habitual, un turno extra, ir a cobrar, o arreglar un chaperón de última hora. El caso es que por A o por B estás permanentemente en contacto con tu jefe, vaya, que eres un trabajador crónico. Esta situación se intensifica cuando vives cerca de donde trabajas, pero si hasta ahora no te habías percatado de la cantidad de tiempo que empleas de manera informal en tu trabajo… ¡haz recuento!
3. «Siempre se ha hecho así»
No todo el mundo está dispuesto a escuchar al último mono de la fila. Esta ese tipo de jefe que de tanto mirarse el ombligo no se ha dado cuenta de que no hay única forma de hacer las cosas, y que la suya, solamente es una de ellas. Aquellos que se detienen a escuchar cada propuesta y valoran las ideas del resto saben que están recibiendo un regalo, y como tal, lo valoran y agradecen. Los que se esfuerzan porque nada se salga de la raya y todo el mundo repita sus pasos no solo generan frustración y desinterés en su entorno, también estándilapidando tu motivación profesional.
4. Me tienes que hacer…
Nadie cae del cielo siendo jefe. Tener al lado a una persona que no ha desarrollado la aptitud de dirigir puede conllevar que su vocabulario seaun tanto… degradante. «¿Me friegas esos platos y los colocas?», este es solo un ejemplo de cómo una pregunta sencilla esconde una diferenciación de roles innecesaria donde, probablemente, hay una necesidad de que esa diferenciación exista. El lenguaje es uno de los aspectos más inconscientes y que más información revela de nosotros.
5. Sí, pero mañana
Hay jefes a los que les come el día a día. En consecuencia, a todo el mundo le invade la sensación de ir con la soga al cuello y en el ambiente se respira angustia. Con este panorama, cuando quieres proponer un cambio de condiciones o tienes una propuesta de mejora que implica un avance a largo plazo… tu jefe te da largas. Esta situación puede resultar agotadora, así que evita pelear las mismas batallas repetidamente. Ten claro cuál es tu compromiso y qué necesitas para llevarlo a cabo, si no se cumple, ¿hasta cuándo vas a dar vueltas al bucle?
6. La ley del embudo
Si tu jefe usa constantemente la palabra «yo» cuando se asocia con algo que sale bien y reacciona de forma exagerada por algún error… está verificando la ley del embudo. Centrarse en señalar un problema en lugar de colaborar para arreglarlo magnifica el problema. No se trata de justificar y solapar los errores, sino de entender en lugar de culpar. De la misma manera, dejar fuera de los logros conjuntos a parte del equipo hace que decaiga la implicación y las ganas de trabajar.
7. Critica a las personas que se han marchado del puesto de trabajo
Todos los trabajos tienen su etapa, aún así, esto no siempre es fácil de entender para quien se ha anclado durante años a uno. Si, además, es su propio negocio o todas sus aspiraciones han sido llegar donde está… cuando algún integrante del equipo toma otro rumbo se lo toma de forma personal. Evita caer en la trampa de creer que marcharse es una traición.
Si en la relación con tu jefe se dan algunas de estas pistas, para y reflexiona dónde está tu límite. Al fin y al cabo, tú también puedes despedirle.
En el próximo artículo…
Todos tenemos ideas magnificas que nos encantaría llevar a cabo… sin embargo suelen caer en el cajón decosas que hacer en el futuro… un agujero negro en el que pueden quedarse para siempre: ¿Sientes que no tienes suficiente tiempo? ¿Cómo si alguien estuviera viviendo parte de tu vida por ti?